Diario de Libros - A diary of books

Diario ecléctico de libros. Opiniones y reseñas de lecturas.

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sábado

Julio Ramón Ribeyro en Navidad

En un día tan señalado me gustaría felicitarles la Navidad con un texto de nuestro autor. Un frío día de Navidad en Paris, en el que las cosas no siempre salen bien, Julio Ramón Ribeyro realiza los preparativos para disfrutar del día junto a su familia...

23 de diciembre de 1978

Julio Ramón Ribeyro con sus hijos
"Días prenavideños, que para mí siempre son angustiosos, agotadores. Ayer, en una de esas inclementes zonas de París, cerca de La Défense, concebidas en función de los automovilistas y en las cuales los peatones son los sarnosos, los excluidos. Imposible atravesar las arterias sin semáforos, recorridas por pilotos dementes y mucho menos tratar de encontrar un taxi. Larga caminata cargado de paquetes en busca de una boca de metro. En la noche hasta las cuatro de la mañana en casa de Herman Braun, con Alfredo Bryce y hoy a las nueve ya estaba de pie, saliendo a las calles glaciales para comprar lo que faltaba. Tiendas repletas, ómnibus atestados, agitada muchedumbre en las veredas llevando cajas, bolsas, árboles de navidad.

No encontré los libros que quería, no me atreví a entrar al FNAC pues hubiera muerto triturado. Para regresar, naturalmente, ni un solo taxi. Trepé a un ómnibus después de un pugilato con viejos y viejas tan enervados como yo. Llego y en toda la mañana Alida y Julito, en pijama, no han aún decorado el árbol pascual, mejor dicho, lo han decorado y desdecorado y vuelto a decorar veinte veces y están nuevamente desdecorándolo para ensayar una nueva decoración. ¡Qué pasión por lo superfluo!, exclamo. La primera como la vigésima decoración eran probablemente iguales. No importa, pero les encanta a ambos pasar sobre la superficie de la vida, obcecados por el detalle vistoso, al punto que ni siquiera han tomado desayuno.

Salgo nuevamente, pues había olvidado comprar el pavo, tardo horrores buscando una tienda donde comprar un enchufe de luz y cuando regreso el árbol está no sólo sin sus adornos sino esta vez está en otro lugar de la sala y sobre un banco. Doy cuatro gritos que me calman, así no produzcan el menor efecto sobre mis auditores, me digo que soy un imbécil por vivir en urbes como París y por celebrar las Navidades como millones de otros cretinos y recalo en mi mesa para tomar nota de mi alienación personal y de la tontería universal".

domingo

Maestro de literatura

“Yo he tenido muchos profesores de literatura. Pero he tenido solamente un maestro. Y ese maestro fue mi padre. Me acuerdo que un día me dijo: «Tú sabes que hay un escritor que es mejor que Dumas, y que se llama Balzac. Y hay un escritor que es mejor que Balzac, y que se llama Flaubert. Y un escritor mejor que Flaubert, y que se llama Stendhal. Y un escritor mejor que Sthendal, y que se llama Proust.» De este modo abría para mí un panorama de lecturas verdaderamente ilimitado. Esta yo creo que fue una de las circunstancias principales que forjó y fomentó mi vocación de escritor”. 

Julio Ramón Ribeyro



viernes

Las entrañas de las cosas


"Mi error ha consistido en haber querido observar la entraña de las cosas, olvidando el precepto de Joubert: 'Cuídate de husmear bajo los cimientos'. Como el niño con el juguete que rompe, no descubro bajo la forma admirable más que el vil mecanismo. Y al mismo tiempo que descompongo el objeto destruyo la ilusión." 


Prosas Apátridas. Julio Ramón Ribeyro



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lunes

¿El estrés te domina? Hay lecturas que ayudan...y mucho (I)

Como quiera que he regresado de viaje hace unos días, y que fruto del mismo he sido víctima de un fuerte ataque de estrés, he rebuscado en mi biblioteca en la búsqueda de libros que pudieran sumergirme en un estado de paz y tranquilidad. He encontrado un conjunto bastante heterogéneo de ellos que me han ayudado mucho, directa o indirectamente, a recuperar algo de sosiego. Supongo que hay mucho de subjetivo en todo ello por lo que muchos de estos libros servirán mucho a unos y a otros no tanto. En todo caso, todos los libros elegidos son buenos libros y muy recomendables:

1. Biografía del Silencio

Sencillo libro sobre meditación que nos aporta las claves para un encuentro con nosotros mismos. Basado en las ancestrales teorías orientales, Pablo D´Ors, experimenta y adapta métodos de meditación a nuestra propia cultura. Delicioso libro que con la sola lectura nos inicia en el camino para silenciarnos.


Biografía del Silencio
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2. Mindfulness en la vida cotidinana


Cuando regresaba de mi ajetreado viaje, la casualidad (o no) quiso que, en el vuelo de vuelta a mi pequeña isla, coincidiese con un médico en el asiento de al lado. No pude evitar la tentación del echarle un vistazo a su lectura y pronto nos enredamos en una entretenida conversación sobre el estrés y nuestra capacidad de dominar nuestras emociones y sentimientos. Resultó, cosas de la providencia, ser un apasionado del mindfulness y me habló largo y tendido de la bonanza de su práctica. Fruto de esa conversación nació su recomendación de un autor que yo desconocía totalmente, Jon Kabat-Zinn. Nada más llegar a casa me metí en Amazón y encargué el libro objeto de esta reseña. Mi compañero de viaje estaba en lo cierto, Jon Kabat-Zinn es un sabio y además muy didáctico. Este libro en concreto insiste en la necesidad de trabajar la respiración como elemento regulador de nuestro estado de ánimo y nos recomienda innumerables ejercicios para que, gracias al trabajo diario, sepamos manejar, con la distancia que merecen, todos aquellos problemas que antes nos superaban. Fantástico libro.

Mindfulness en la vida cotidiana
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3. Elogio del Caminar

Este libro es muy distinto a los anteriores, Su capacidad de pacificar el alma reside en los deliciosos momentos que describe y en la motivación que supone para algo tan saludable como es el caminar. Se trata de un auténtico ensayo sobre el arte de pasear, rodeado de todo aquello que hace de esta actividad un auténtico placer y reencuentro con nosotros mismos en todo aquello que experimentamos. Muy recomendable la lectura David Le Breton, ya sea para recuperar momentos de paz o para disfrutar de buena literatura.

Elogio del caminar
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Agnes Grey

Autora: Anne Brontë
Título: Agnes Grey 
Año:1847
Anne Brontë
Con una prosa magistral, la novela narra las vivencias de una Institutriz, en la sociedad británica, de mediados del siglo XIX. Como bien expresa la protagonista "...la vanidad endurece el corazón, esclaviza las facultades y pervierte los sentimientos...". 

Marita Pérez Fígares




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La lengua de los secretos

Libro: La lengua de los secretos
Autor: Martín Abrisketa
Año: 2015

Encarecidamente la recomiendo, por la narración que hace el autor, que imagina las vivencias y fantasías de su padre-niño, durante la guerra en el País Vasco y el exilio, en base a los diversos  relatos que éste le hizo.

Marita Pérez Fígares


Puedes aquirir aqui 

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sábado

Reverenciando a mi padre

“Yo sigo reverenciando a mi padre, pero soy incapaz de ir a visitar su tumba. Mi reverencia se da en un plano que no requiere de signos ostentatorios. Él está presente en mi en otras formas. (…) Si alguien quiere honrarme cuando desaparezca que me lea o me comente. Nada de flores o discursos delante de lo que no existe”. 

Julio Ramón Ribeyro. La tentación del fracaso. 15 de abril de 1978

Julio Ramón Ribeyro

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martes

Entrevista a Gabriel Albiac. Spinoza

Rescato esta interesante entrevista a Gabriel Albiac hablando de su libro La Sinagoga Vacía



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Contar lo minúsculo

Artículo de Juan José Millás publicado en diario español  El Pais el 20 de enero de 2015


"Fíjense en el caso de Julio Ramón Ribeyro. ¿Quién le iba a decir que un conjunto de apuntes sobre la existencia cotidiana se convertiría en el núcleo de su obra? Lo periférico transformándose en central, como en la vida. Si además lo periférico lleva por título La tentación del fracaso, no hay mucho más que añadir, gran título. Entonces, y para aligerar, demos por supuesto que Ribeyro es uno de los grandes del siglo XX, aunque probablemente no figure en ningún ranking de los diez primeros. También es verdad que si le preguntas al autor del ranking se golpeará la frente:
—¡Ah, sí, Ribeyro!
Julio Ramón Ribeyro visto por Sciammarella
Te dirá que claro, que habría que hacerle un hueco como a un pariente llegado de provincias. Pero quizá a continuación se corrija. Después de todo, qué rayos hace Ribeyro en una lista. Pues lo mismo que haría Felisberto Hernández recibiendo el Nobel: el ridículo. Pasa algo raro con Ribeyro. Quizá usted no lo haya leído. Después de todo es peruano y, para literatura peruana, tenemos a Vargas Llosa. Ya se sabe: de Madrid, el cocido; de Valencia, la paella; de México, Octavio Paz, y así de forma sucesiva, para probar un poco de todo.
Bueno, pues Ribeyro escribió, entre otros libros, el titulado La tentación del fracaso. Lo escribía mientras fracasaba, como si hubiera caído en ella. El libro es una contabilidad de lo minúsculo. Aquí el debe, aquí el haber, que casi nunca cuadran. Lo que hacía un lunes cualquiera: fumar, beber, ir del dormitorio a la cocina y de la cocina al salón. Darle vueltas al asunto este de la literatura, en qué rayos consiste escribir, por qué el éxito, por qué no. Un poco también del trabajo: Ribeyro fue funcionario toda la vida. Un funcionario arquetípico: fumaba sin parar, bebía café, mucho, y tomaba cantidades legendarias de alcohol. Otro poco de la familia: el hijo (Julito), la esposa (Alida), quizá también los padres, los hermanos, no sé, tengo la última lectura un poco antigua.

Vivía dentro de su propio negociado como el subsecretario vive en el suyo. No hay nada que contar, en fin. Pero él lo cuenta de un modo estremecedor en La tentación del fracaso
Todos estos asuntos de carácter doméstico, una vez sumados y por obra y gracia de una prosa infrecuente, devienen en una verdadera gesta. La pereza de Ribeyro es homérica; sus miedos, sobrehumanos; su perplejidad, titánica. No puedes cerrar el libro una vez abierto, aunque sea fiesta de guardar. Es una vida apasionante en su insignificancia. Porque están las enfermedades también, se nos habían olvidado las enfermedades. Ese dolor fantasma del hipocondriaco que cada día se manifiesta en una de las habitaciones del cuerpo. Están las malas digestiones, metáfora muchas veces del arrepentimiento. El ardor de estómago, el reflujo gastroesofágico, todo eso, en fin, con sus remedios, sus intervenciones, con su procedimiento para evitarlo o aminorarlo.
Esa es la biografía de Ribeyro. No estuvo en la guerra, no cazó elefantes en África, no se tiró en paracaídas. Por no hacer, no hizo ni el Camino de Santiago. Vivía dentro de su propio negociado como el subsecretario vive en el suyo. No hay nada que contar, en fin. Pero él lo cuenta de un modo estremecedor en La tentación del fracaso, y ahora ha venido a contarlo también Daniel Titinger en Un hombre flaco.

La pereza de Ribeyro es homérica; sus miedos, sobrehumanos; su perplejidad, titánica
Titinger es un periodista de trayectoria cardinal y gran olfato. No ha pretendido escribir una biografía, sino un perfil cuya técnica compite con la del Ribeyro de La tentación del fracaso. Entendámonos: ha puesto el oído en la periferia del autor, esa periferia que se transformó en central. Y nos ha contado, por ejemplo, que Ribeyro tenía un método para cada cosa: un método para fumar, para beber, para comer, un método para apostar a la ruleta... También que sufría de prognatismo, que tenía mala suerte con las erratas, que, según algunos, era un poco psíquico. Titinger nos ha hecho, a base de fragmentos tomados de su viuda, de su hijo, de sus amigos y enemigos, un retrato que no puedes dejar de mirar una vez que has puesto el ojo sobre él. Leyéndolo, comprendemos que Ribeyro no sea un autor de listas.
Un hombre flaco, de Daniel Titinger, ha sido publicado por Ediciones Universidad Diego Portales".

Si no lo has leido aún aqui puedes adquir



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domingo

La Lectura de Un Libro

Cuando nos enfrentamos a ese inmenso objeto que es un libro (y en este artículo me referiré sobre todo al libro de ensayo). Debemos ser conscientes de que un libro, al igual que comienza a escribirse mucho antes de ser redactado, debe comenzar a leerse mucho antes de siquiera abrirlo.

Retrato de Dante- Signorelli
¿Que sentido tiene conocer una respuesta antes de plantearnos la pregunta? Uno busca respuestas porque hay dudas o inquietudes que se quieren resolver. La sociedad actual nos ha inculcado un comportamiento mecanicista a lo largo de nuestra formación que consiste en absorber información en lugar de buscar su esencia a través de la observación y de la duda sistemática. Nos hemos visto abocados a una herencia pasiva en nuestra actitud frente al conocimiento. No puede haber satisfacción ante las respuestas si estas no responden a inquietudes que previamente nos han asaltado.

El conocimiento, como fin en si mismo, se consagra gracias al placer que supone recorrer el sendero de preguntas y respuestas, mediante la observación y el análisis. La dialéctica platónica y aristotélica nace como la forma más natural y efectiva de planteamiento de preguntas y respuestas ¿Por qué? Porque el diálogo en general es una secuencia de respuestas a las múltiples preguntas que, de forma inconsciente, nos formulamos durante la conversación. Pues bien, este diálogo debe repetirse entre el lector y el libro. De lo contrario estaríamos ante un soliloquio del libro en el que no somos actores sino espectadores, y que nos impide tener toda capacidad de crítica, de posibilidad de ordenación de ideas y de conceptos, de posibilidad de razonamiento y de confrontación de opiniones, y, en definitiva de placer ante el conocimiento.

Los grandes filósofos, quizá por su amor al conocimiento, han sabido siempre que las preguntas son más importantes que las respuestas. Probablemente también porque sin las primeras no existan las segundas o porque la pregunta contiene en su seno la respuesta deseada, o, finalmente, porque la pregunta traza ya la dirección del camino. Por lo tanto antes de comenzar la lectura de un libro que no responda a inquietudes previas, debemos hacernos las preguntas que las hagan aflorar.

Acerca del autor ¿Quién es el autor del libro?¿Donde y cuando nació y cual es el entorno en el que vivió? Acerca del libro ¿Cuál es el tema esencial del libro?¿Por qué lo escribió el autor?¿Cual es mi opinión acerca del tema?¿Cuales son mis dudas y mis certezas? Esta estructura previa de preguntas hará cada vez más imperiosa la lectura y, con ella, un diálogo de igual a igual con el autor. La crítica será más efectiva dado que probablemente no encontremos respuestas a muchos de los interrogantes previos y la memorización será más efectiva ya que habremos vivido el libro con entusiasmo.

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Catarsis I: Los Principios


Me he propuesto aquí, con esa ruda y siempre dificil prosa mía, y como ejercicio catártico, consignar algunas de esas cosas que me sacan de quicio a lo largo del día o que por alguna u otra razón me liberan. Lo necesito y creo que me hará bien. Tengo que decir que suelen ser muchas esas cosas que me molestan y que son sin duda causa de parte de esa tensión que a lo largo del día aflora ex corpore con tensa pero infalible frecuencia. Solo el Tai Chi me ha sanado en alguna ocasión.

Hoy me he quedado con la imagen de Alicia Sánchez Camacho, dirigente del Partido Popular para más señas, a la que he visto en un debate político de esos que repiten en los refritos televisivos de verano. Su discurso me ha producido una de esas sensaciones de desasosiego de las que uno no es consciente incialmente pero que queda latente: "Hay algo que me ha dejado molesto", pensaba. Y luego caes. Es un acto reflejo - El cerebro tiene esas cosas. Estoy seguro de que funciona bastante mejor de forma autómata que cuando yo lo pongo a funcionar. Vamos, que yo estoy en mi cuerpo y en mi cerebro para manejarlo torpemente y para apagar su brillantez limitándolo con mis limitados procesos cerebrales de aprendiz - El caso es que escuchaba esa canción de fondo falta de mensajes razonados y contextualizados en que se ha convertido el Partido Popular. Y es que como decía uno de esos escritores de cuyo nombre no logro acordarme lo grave no es la maldad de los malos sino la pasividad de los buenos. El uso de un partido de principio ya asentados para vaciarlo por dentro es propio de sabandijas cuya moral debería avergonzar al genero humano. Ya se hizo con San Gil y ahora, en cada intervención se abraza torpemente el buenismo como estrategia para captar el voto de izquierdas. Una vez más los principio no cuentan y hacen suya esa frase intelectualmente deleznable que dice que lo importante en política es ganar. Recuerdo, esta vez si, un artículo de Gabriel Albiac titulado "Asco". En aquel entonces Albiac se refería a la perdida de principios del PSOE y a sus contradicciones y a la repugnancia intelectual que ello le producía. El PP también lo está consiguiendo porque estos son los mismos que aquellos. Son el mismo género. Son los que creen que la política es el arte de conseguir el poder y no el compromiso con la verdad.

sábado

CUMPLE AÑOS JULIO RAMÓN RIBEYRO

Hoy, el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro cumpliría 84 años. Que mejor forma que celebrarlo con un extracto de sus diarios. Precisamente con aquello que escribió el día de su 40 cumpleaños:





"París, 1969
31 de agosto (2 de la mañana)
Recibo mis cuarenta años solo, en mi casa vacía. La Place Falguiere desierta. Silencio. Como solo una vez se cumple esta edad y como me siento leve, muy levemente deprimido (no por envejecer sino por envejecer de cierta manera) compré a pesar de mi pobreza, una botella de whisky y dos paquetes de cigarrillos rubios. Para poder servirme un trago tuve que lavar un vaso polvoriento, en una cocina donde hace dos días no entro por no enfrentarme a la vajilla sucia.
Lo único que he hecho hoy por la casa es cambiar sábanas y tender la cama y lo único que he hecho por mí, escribir una carta y leer Diálogo de exiliados de Brecha. Luego nada, aparte de mis siete horas en la AFP. Me gustaría estar con Alida y con mi gordo, ambos en Lima, haber comido con ellos, conversado, reído, peleado incluso. Fea soledad, cuando la imaginación se mella  y uno no puede ya ni conversar siquiera consigo mismo"


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viernes

ELOGIO A LA ARQUITECTURA MODERNA DE AYN RAND



 Emocionante elogio de la ciudad de Ayn Rand en El Manantial.


«Cambiaría el más bello atardecer del mundo por una sola vista de la silueta de Nueva York. Particularmente cuando no se pueden ver los detalles. Sólo las formas. Las formas y el pensamiento que las hizo. El cielo de Nueva York y la voluntad del hombre hecha visible ¿Qué otra religión necesitamos? Y entonces la gente me habla de peregrinaciones a algún agujero infecto en una jungla, a donde van a homenajear a un templo en ruinas, a un monstruo de piedra con barriga, creado por algún salvaje leproso ¿Es genio y belleza lo que quieren ver? ¿Buscan un sentido de lo sublime? Dejadles que vengan a Nueva York, que vengan a la orilla del Hudson, miren y se pongan de rodillas. Cuando veo la ciudad desde mi ventana -no, no siento lo pequeña que soy- sino que siento que si una guerra viniese amenazar esto, me arrojaría a mí misma al espacio, sobre la ciudad, y protegería estos edificios con mi cuerpo»


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El Manantial


El libro se llevó al cine bajo la dirección de King Vidor en 1949, bajo el mismo título (The Fontainhead) y protagonizado por Gary Cooper en una fantástica película en la que daba vida al arquitecto Howard Roark. El sello de Ayn Rand se hace presente en muchos momentos del film como en el alegato final.


Si te interesa la película aquí te puedes hacer con ella


También la tienes disponible en este enlace de Vimeo completa y gratuita


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AYN RAND EN LA REBELIÓN DEL ATLAS

"En nombre de lo mejor que hay en ti, no sacrifique este mundo a los peores. En nombre de los valores que te mantienen vivos, no permitas que tu visión del hombre quede deformada por lo que hay de feo, de cobarde, de necio en quienes nunca consiguieron el título de tales. No pierdas la noción de que el estado adecuado del hombre es una postura erguida, una mente intransigente y un paso vivo capaz de recorrer ilimitadas rutas. No permitas que tu fuego se apague, chispazo a chispazo, en los pantanos de lo aproximado, lo no completo, lo no conseguido y lo definitivamente negativo. No permitas que el héroe que llevas en el alma perezca en solitaria frustración de la vida que mereces, pero que nunca has conseguido alcanzar. Comprueba tu ruta y la naturaleza de tu combate. El mundo deseado puede ser conseguido: existe. Es real y posible: es tuyo. Pero para ganarlo se precisa una total dedicación y un total rompimiento con el mundo pasado, con la doctrina de que el hombre es un animal dispuesto al sacrificio, que sólo existe para el placer de otros. Lucha por el valor de tu ser. Lucha por la virtud de tu orgullo. Lucha por la esencia de lo que es el hombre: por su soberana mente racional. Lucha con la radiante certidumbre y la absoluta rectitud de saber que tu moralidad es la moralidad de la vida y que tuya ha de ser también la batalla por el valor, la grandeza, la bondad y la alegría que hayan podido existir en la tierra"

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En el año 2011 se estrenó la película de Paul Johansson


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CASA RIBEYRO Y SU ORDEN ESPONTÁNEO

  

"Cuando me quedo solo en casa como ahora, bastan dos o tres días para que a mi alrededor se instaure ese desorden que siempre me acompañó en mis tiempos de soltero. Un desorden que viene además con toda naturalidad, como si emanara de mí, y que constituye en realidad mi verdadero orden. En el dormitorio la cama destendida, camisas colgando de todas las sillas, libros tirados por el suelo, tres vasos en la mesa de noche con agua de días, pastillas contra el dolor de cabeza, ceniceros repletos de colillas, calcetines tirados debajo de la cama, chicles encima del escritorio, más pastillas, boletos de metro, misteriosas llaves salidas de no se sabe dónde, paquetes de cigarrillos a medio terminar, jebecitos, lapiceros sin carga, pilas de libros, un vaso con restos de un gin de ayer, una taza de té con una colilla aplastada, monedas de varios paises...Decorado que escruto con simpatía y una pizca de inquietud, sin atreverme a modificarlo, dejándolo librado a su propia descomposición"

 
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Nunca te han visto cuando te sueño.







Que no me quieres, 
dicen (nunca te han visto 
cuando te sueño)











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Editorial PreTextos de José Cereijo, en este enlace
 La amistad silenciosa de la luna,


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Paseo, de José Cereijo


Paseo

"Paseas, esta tarde de verano, por la grata alameda de tu infancia, buscando unas imágenes perdidas para jugar con ellas, simplemente. Pero otra imagen terca se interpone, un acecho insidioso Te ves, y no te sientes, paseando por esta misma tarde en que caminas. Ya es la tuya nostalgia de ti mismo, de tu propio presente. Mala cosa, cuando tu mismo ser es una despedida silenciosa y secreta."


José Cereijo


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martes

CARTA DE RAINER MARIA RILKE

“Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes ha preguntado a otros. Los envía usted a revistas. Los compara con otros poemas y se alarma cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos poéticos. Ahora bien, ya que me permite aconsejarlo, le suplico renuncie a todo eso. Su mirada está dirigida hacia afuera; sobre todo es lo que debe evitar en lo sucesivo. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. No hay más que un solo camino. Entre en usted. Busque la necesidad que lo obliga a escribir; examine si sus raíces penetran hasta lo más profundo de su corazón; reconozca si se moriría usted si se le privara de escribir. Sobre todo esto: pregúntese, en la hora más silenciosa de la noche ¿debo escribir? Hurgue en si mismo en busca de una respuesta profunda. Y si esta hubiera de ser de asentimiento, si hubiera usted de enfrentarse a esta grave pregunta con un enérgico y sencillo “debo”, entonces construya su vida de acuerdo con esa necesidad: hasta sus momentos más indiferentes, los más vacíos deben convertirse en signo y testimonio de tal impulso. Entonces, aproxímese a la naturaleza. Entonces, intente decir, como si usted fuera el primer hombre, aquello que usted ve y experimenta, ama y pierde. No escriba poesías de amor, evite ante todo los temas más comunes: son los más difíciles, porque hace falta una gran fuerza madura para dar algo propio donde se establecen en la multitud tradiciones buenas y en parte brillantes. Por eso, sálvese de los temas generales y vuélvase a lo que la cotidianeidad ofrece: describa sus melancolías y deseos, los pensamientos fugaces y la fe en alguna belleza; descríbalo todo con sinceridad interior, tranquila, humilde, y use, para expresarlo, las cosas de su ambiente, las imágenes de sus sueños y los objetos de sus recuerdos. Si su vida cotidiana le parece pobre, dígase que no es bastante poeta para encontrar sus riquezas; pues para los creadores nada es pobre, no hay lugares pobres ni indiferentes. Y aun si estuviera usted en una prisión cuyos muros no dejaran llegar a sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo ¿no seguiría teniendo siempre su infancia, esa riqueza preciosa, regia el tesoro de los recuerdos? Vuelva ahí su espíritu. Intente sacar a flote las impresiones sumergidas en ese vasto pasado; su personalidad se fortalecerá, su soledad se poblará y se convertirá en una estancia en penumbra para las horas inciertas del día, cerrada a los rumores del mundo. Y si de eses giro hacia adentro, de esa inmersión al propio mundo, vienen a usted los versos, no soñará siquiera preguntar a nadie si son buenos esos versos. Tampoco intentará interesar a las revistas en esos trabajos, pues verá en ellos una posesión natural, que le será querida como uno de sus modos de vida y expresión. Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad. Es la naturaleza de su origen quien la juzga. Así, mi distinguido amigo, no tengo para usted otro consejo que este: Intérnese en si mismo y sondee las profundidades donde su vida tiene origen. Es ahí donde encontrará la respuesta a la pregunta de si “debe” crear. De esta respuesta recoja el sonido sin forzar el significado. Quizá se haga obvio que el arte os llama. Entonces, acepte tal destino, y sopórtelo, con su carga y su grandeza, sin exigir jamás recompensa que pudiera venir del exterior. Pues el creador debe ser todo un universo para si mismo y hallar todo en sí y en el fragmento de la naturaleza a que se ha adherido. Pero podría ser que, después de ese descenso en sí y en su soledad, deba renunciar a convertirse en poeta. Bastaría, considero, sentir que se puede vivir sin escribir para no deber hacerlo en absoluto. Sin embargo, tampoco entonces esa inmersión que pido a usted habrá sido vana. En cualquier caso, su vida le deberá a ella sus caminos, y el deseo que sean buenos, ricos y extensos, se lo deseo mucho más de lo que podría expresar.”

A los Jovenes Poetas. Carta de Rainer María Rilke en Paris, el 17 de febrero de 1903

Ribeyro ¡¡Cuidado con la molicie!!


"Mi compañero y yo luchábamos sistemáticamente contra la molicie. Sabíamos muy bien que ella era poderosa y que se adueñaba fácilmente de los espíritus de la casa. Habíamos observado como, agazapada en las comidas fuertes, en los muelles sillones y hasta en las melodías lánguidas de los boleros, aprovechaba cualquier instante de flaqueza para tender sobre nosotros sus brazos tentadores y sutiles y envolvernos suavemente, como la emanación de un pebetero"





Y es que la molicie es uno de los mayores enemigos del creativo y del trabajador ¡Cuidado con las comidas fuertes, los sillones y los boleros!

Texto extraído del texto "La molicie" de "Los gallinazos sin plumas". Julio Ramón Ribeyro

Por las azoteas


"A los diez años yo era el monarca de las azoteas y gobernaba pacíficamente mi reino de objetos destruidos. Las azoteas eran los recintos aéreos donde las personas mayores enviaban las cosas que no servían para nada: se encontraban allí sillas cojas, colchones despanzurrados, maceteros rajados, cocinas de carbón, muchos otros objetos que llevaban una vida purgativa, a medio camino entre el uso póstumo y el olvido. Entre todos estos trastos yo erraba omnipotente, ejerciendo la potestad que me fue negada en los bajos. Podía ahora pintar bigotes en el retrato del abuelo, calzar las viejas botas paternales o blandir como una jabalina la escoba que perdió su paja. Nada me estaba vedado: podía construir y destruir y con la misma libertad con que insuflaba vida a las pelotas de jebe reventadas, presidía la ejecución capital de los maniquíes.
Mi reino, al principio, se limitaba al techo de mi casa, pero poco a poco, gracias a valerosas conquistas, fui extendiendo sus fronteras por las azoteas vecinas. De estas largas campañas, que no iban sin peligros -pues había que salvar vallas o saltar corredores abismales- regresaba siempre enriquecido con algún objeto que se añadía a mi tesoro o con algún rasguño que acrecentaba mi heroísmo. La presencia esporádica de alguna sirvienta que tendía ropa o de algún obrero que reparaba una chimenea, no me causaba ninguna inquietud pues yo estaba afincado soberanamente en una tierra en la cual ellos eran solo nómades o poblaciones trashumantes..."